Ni sexo, ni drogas, ni rock&roll.
Rutinariamente, intercambio sus pulseras identificativas por tickets de copas, y las revendo a otros.
Con eso llego, más mal que bien, a fin de mes.
Cuando finaliza el concierto, regreso al cuchitril donde sobrevivo, y me pregunto, mientras estiro de mis patillas ya canosas, que pasó. En que momento, y por que razón el rock, mí único amor, me echó de una patada del escenario, y me obligó a contemplarlo desde abajo, día tras día. Arrojándome las migajas como a una paloma moribunda.
Rutinariamente, intercambio sus pulseras identificativas por tickets de copas, y las revendo a otros.
Con eso llego, más mal que bien, a fin de mes.
Cuando finaliza el concierto, regreso al cuchitril donde sobrevivo, y me pregunto, mientras estiro de mis patillas ya canosas, que pasó. En que momento, y por que razón el rock, mí único amor, me echó de una patada del escenario, y me obligó a contemplarlo desde abajo, día tras día. Arrojándome las migajas como a una paloma moribunda.
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