martes, 6 de diciembre de 2011

Ni sexo, ni drogas, ni rock&roll.

Ni sexo, ni drogas, ni rock&roll.
Rutinariamente, intercambio sus pulseras identificativas por tickets de copas, y las revendo a otros.
Con eso llego, más mal que bien, a fin de mes. 
Cuando finaliza el concierto, regreso al cuchitril donde sobrevivo, y me pregunto, mientras estiro de mis patillas ya canosas, que pasó. En que momento, y por que razón el rock, mí único amor, me echó de una patada del escenario, y me obligó a contemplarlo desde abajo, día tras día. Arrojándome las migajas como a una paloma moribunda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario