El deber cumplido
Un apuesto joven al que besó en los labios con dulzura. Y cuyo número anoté cuidadosamente.
Ella.
Varios niños que sollozaban continuamente.
Un hombre diminuto con pinta de asmático. Y una vieja que murmuraba algo constantemente, en un lenguaje incomprensible.
Eran el último grupo. Cerré la puerta del vagón y olvidé todos sus rostros instantáneamente. Todos. Excepto el de ella. Era hermosa aquella judía, tanto como para enamorarme, para hacerme perder la cabeza. Por desgracia yo no me podía permitir ese lujo. Debía cumplir con mi deber.
Un apuesto joven al que besó en los labios con dulzura. Y cuyo número anoté cuidadosamente.
Ella.
Varios niños que sollozaban continuamente.
Un hombre diminuto con pinta de asmático. Y una vieja que murmuraba algo constantemente, en un lenguaje incomprensible.
Eran el último grupo. Cerré la puerta del vagón y olvidé todos sus rostros instantáneamente. Todos. Excepto el de ella. Era hermosa aquella judía, tanto como para enamorarme, para hacerme perder la cabeza. Por desgracia yo no me podía permitir ese lujo. Debía cumplir con mi deber.
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