viernes, 4 de mayo de 2012

Jump

Cuando la pobreza entró por la puerta, mi amor (como manda la ley de los refranes) saltó por la ventana. No recordó que vivíamos en un quinto, y se mató. Y si no se mató, abajo le estaban esperando un grupo de banqueros rabiosos que le remataron.
Todo se precipitó por el veredicto desfaborable de un jurado. Mi cliente era poderoso, y tras responsabilizarme del resultado del juicio comenzó a demoler mi vida mediante triquiñuelas. Me introdujo en un laberinto de trampas, y en poco tiempo acabó con mi reputación.
Luego todo se precipitó, me expulsaron del colegio de abogados, fui inhabilitado, y me arruiné. Ahora paso los días rebuscando en el yacimiento de mi memoria. Sueño con encontrar la forma de vengarme. La pobreza me mira, y no dice nada. Solo sonríe. Veremos si lo sigue haciendo cuando caiga cinco pisos.
El amor salta por la ventana.

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